Salutation and letter body
Su distinguida Majestad y estimado amigo Carlos:
Al recibo de vuestra afligida carta en la que me detalla y hace partícipe de los tristes sucesos acontecidos en Aranjuez, forzando su abdicación y presenciando la sublevación de los que consideraba sus fieles servidores, puedo hacerme cargo de los sentimientos de impotencia, frustración y derrota que reinan en su entorno y en su propia persona, derivadas de esa gran traición perpetrada y encabezada por uno de sus descendientes más directos, por su propio hijo. No solo atentando contra su progenitor, sino también hacia su rey y señor y, en definitiva, hacia toda la Corona de España.
Las noticias de tan magna insubordinación de sus vasallos comandados por su vástago ya habían llegado a Francia en los últimos días, pero relatado por su propio monarca, por V.M y entre hombres de honor, no puede dejarme indiferente. Es por ello necesario obrar con sumo cuidado para revertir la situación y ha hecho bien en despositar esa confianza en mí, como siempre ha considerado a bien, querido amigo.
Siento que nuestras alianzas y ambiciosos proyectos vinculados al bienestar de nuestras naciones e intereses futuros hubiesen generado estos lamentables acontecimientos, desembocando en la rebeldía y violento levantamiento de quién menos V.M. podía esperar, sangre de su sangre, de su propio hijo Fernando, y aquel del que un padre y rey espera devoción absoluta y fidelidad. Entiendo, pues, su consternación; más todo puede cambiar si se obra con inteligencia y firmeza y debe tener la certeza que ha hecho lo adecuado acudiendo a mí, a su camarada y amigo, no lo dude, apreciado Carlos. No dude de que econduciremos esta situación para que V.M. salga lo mejor parado de este desgraciado suceso y que, en definitiva, pueda resultar provechoso para nuestro futuro e intereses comunes. Me ofrezco a tender puentes, como siempre he hecho, y creo tener en mis manos la clave para dar un giro a la situación actual.
Insisto en que no todo está perdido, no hay razón para que V.M. se suma en la angustia y desesperación. Estoy seguro de que este delicado momento, que en este momento parece irrevocable, se puede reconducir buscando, por supuesto, una solución que pueda asegurar su bienestar y la de las partes implicadas para que nuestros territorios sean gobernados con eficacia, poder, valentía y decisión. No dude, estimado amigo, que su misiva tendrá una respuesta inmediata y efectiva por parte de un servidor, quien cree tener asegurada la planificación perfecta para que pueda olvidar los lamentables sucesos acontecidos y mirar hacia adelante pensando en su propio futuro, en su merecido descanso y en la tranquilidad y bienestar de su esposa y familia pero que, dado el calibre del tema deben ser tratados en persona , dándole el lugar y el momento que su relevancia exige.
Es por ello, pues, que convoco a Vuestra Majestad a una reunión privada, de carácter urgente y que considero crucial y decisiva para el futuro de nuestras naciones. Le ruego viaje lo antes posible a Bayona, donde deseo compartir sin más demora, un justo y fructífero acuerdo que pondrá fin, tanto en cuanto a su delicada situación personal y a su reciente trono perdido, como al vínculo que lo aleja de su hijo Fernando,. Algo que a día de hoy, comprendo, pueda parecerle imposible de reparar, dadas las circunstancias.